lunes, 1 de enero de 2018

Aikido y la luna.

Mi primer contacto con Endo sensei impactó mi mente, la inspiró y al mismo tiempo la destrozó. Este destrozo fue en aumento al cabo de los años de seguirlo, hasta llegar al punto de llegar hasta los dominios de mi corazón,  marcándolo de forma intensa y para siempre.
Con el paso de los años y la práctica he entendido lo importante de someter a la mente a esta tensión, para permitir a los territorios del corazón expandirse.
Endo sensei siempre ha puesto el enfásis de su transmisión en trascender la forma, ir al corazón de los movimientos, al porqué de ellos y al estado mental que los acompaña.
El sensei establece como objetivo de su práctica obtener la libertad, y la libertad para él trasciende la forma.
"Si pensamos en la forma(kata) eres preso, esclavo de ella. Olvidar las formas es la única forma de progresar. En realidad el objetivo es ser libre, libre totalmente, sin trabas."
"Para evolucionar hay que salir de las celdas de las kata, salir de la cárcel donde nos metemos cuando pensamos en algo con forma." (Endo Sensei).
La forma por supuesto tiene su utilidad, sobre todo en los comienzos, para orientarnos, guiar nuestro cuerpo y centrar nuestra mente. Es el dedo que señala a la luna, que nos guía, pero en ningún caso es el objeto de la Vía, de hecho puede ser incluso contraproducente esta guía sino se deja claro su carácter transitorio e instrumental.
No sé realmente si es el miedo a la libertad, al abismo del descontrol que ésta supone, lo que nos hace atarnos durante años a la forma, como niños que no quieren separarse de las faldas de su madre, temiendo enfrentarse solos a los retos del "exterior". Lo que si queda claro es que son contados los valientes que se embarcan de verdad en ese camino de trascender las formas. Por supuesto no hablo de anularlas, ni de satanizarlas, Endo sensei nunca lo hace, sino de otorgarles su carácter instrumental, relativo, su sentido puente hacia el verdadero objetivo que no es otro que la libertad.
Comprendo la comodidad que supone poner toda nuestra atención y energía en el dedo y no en la luna. A veces me parece ver personas que caminan en la vía, que realizan auténticas tesis doctorales sobre el "dedo" , siendo verdaderos expertos en "dedos", pero vislumbrando sólo por el rabillo del ojo y por casualidad la mayor parte de las veces, el resplandor de la luna.
Este diálogo sobre la forma me recuerda bastante al diálogo sobre el ego. Están los que no saben salir del mundo del ego(incluso se recrean sin límite), o los que lo acusan como culpable de todo. Al igual que la forma el ego es necesario, importante, pero en la medida que sea entendido en su auténtica dimensión de instrumento o vehículo de nuestro verdadero Ser.
La forma es a su vez ese vehículo, que alberga o conduce la expresión y desarrollo de nuestra esencia.
En un seminario en Colonia (Alemania), Endo sensei nos dijo: "no me estáis mirando  bien, miráis mis pies, mis manos....mirar aquí dentro! (señalándose el pecho)".
Siento que no debemos olvidar cual es el camino, el Do, el Tao.
"El aikido podría llamarse también aikitao". (Endo sensei)
Si orientamos correctamente nuestra atención, mejor dicho si tenemos atención, siento que el Camino se abre en cada instante de nuestra nuestra vida, porque la vida es el Camino, la cotidianidad es el Camino. La magia detrás de todo, se expresa a través de esa mirada al interior de las cosas que Endo sensei demandaba de nosotros, y creo que hay que mirar en el interior de la forma, en nuestra práctica diaria, para vislumbrar la magia, el Aiki que O sensei claramente veía en todo y expresaba a través de su aikido.
Al usar esa mirada, al desarrollar nuestra atención de esa forma nuestra práctica se volverá más sencilla, libre y por supuesto poderosa. El sentir sustituye al pensar. Un sentir diferenciado de las emociones, un sentir asociado a las sensaciones que se activan y potencian en el encuentro con el otro.
En esta dirección creo que los senseis tenemos una gran responsabilidad, si bien creo, que esta responsabilidad, pasa por estorbar lo menos posible, y  que el  "dedo"que utilizamos para señalar la luna, debe ser lo más pequeño y sutil posible, además deberíamos utilizarlo poco. Personalmente prefiero ni señalar a la luna. Prefiero deleitarme mirándola en presencia de mis alumnos, y que aquel que sienta la llamada interior, mire en la dirección que yo lo hago y experimente sus propias sensaciones, haciéndose su propia pregunta: ¿por qué?.

L.

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