domingo, 25 de septiembre de 2022

Percibir es un acto creativo.

 La experiencia que tengo de todo es a través de la mente y la mente es la actividad de la consciencia. Dicho de otra manera, soy conocer,yo soy. 

Cuando la Consciencia esencial o absoluta se "mueve" del no-ser al ser, dicho de otra manera cuando el Ser puro se "activa" dando lugar al "existir", esto supone una autolimitación, que da lugar al nacimiento de la mente y con ella al nacimiento del mundo. 

La consciencia limitada, genera la mente, que experimenta el Uno como diversidad, como mundo. Aparece, siempre de forma ilusoria, el sujeto y objeto, pero digo de forma ilusoria porque lo que se está manifestando constantemente es el Uno, el Ser indivisible. 

La mente es el conjunto de percepciones, sensaciones y pensamientos. 

Tenemos la creencia de que los objetos, lo material tiene existencia propia y separada de nosotros, pero la verdad es, que lo único que hay, es la consciencia, es decir, nuestra experiencia de un objeto son percepciones, sensaciones y pensamientos(ver, tocar, oir, sentir, oler...Pensar, imaginar) . No tenemos "pruebas" de la existencia de nada más allá de nuestra consciencia. 

En la medida que entendemos esto, y que la "realidad objetiva" se construye,  aparece a través de mi percepción, podemos convertirnos, en cierta medida, en "creadores" de nuestra realidad. 

Cuando practicamos aikido, esta reflexión creo que puede hacer mejorar nuestra práctica, yo por lo menos lo aplico a la mía. 

Primero, la asunción de que todo es realmente una única "sustancia" modulándose, nos llevará a entender que en el Uno no puede haber un conflicto o separación real, es algo que en última estancia es ilusorio antinatural. Por lo que lo natural serán cualidades del uno: la conexión, empatía, compasión, aceptación,amor, relación, fraternidad... Así que dentro de cada expresión de la separatividad, podremos encontrar el uno, la conexión.

En segundo lugar, el entender que las cosas no nos pasan a nosotros, pasan en "nosotros", el entender que las cosas son un conjunto de percepciones, nos acerca a una práctica de " Escucha", sensibilización, y no tanto a una práctica de hacerle al otro cosas o a forzarlo o a forzarnos. Empezamos a darnos cuenta que el propio percibir es una fuerza creativa. 

Cuando llegue un ataque, el que sea duro, violento, difícil o fácil, sólo dependerá de mi percepción del mismo. Trabajar en la dirección de afinar, volver más neutra, vacua, suave y relajada mi percepción del ataque, hacerlo más fácil en mí, será el objetivo de la práctica, para sentirme libre y pacífico, disolviendo en "mí" la propia cualidad conflictiva del ataque. 

Cuando a través del contacto( cuando ya se ha producido,pero podría ser antes) sentimos bloqueo, dureza, incomodidad... haremos lo necesario para que se transforme esa percepción, mediante el uso de la distancia, la relajación, la forma del cuerpo, el giro, los cambios de ritmo... También deberemos adecuar los pensamientos y emociones que aparecen, para que sea más vacíos, neutros o suaves. 

Este es el camino para que lo que aparece como conflicto, se convierta en creación Aiki, para que el dos recupere su esencia de unidad a través de la conexión. Practicar como si estuviéramos solos pero profundamente conectados al otro, sería una expresión que definiría este proceso. 

Gestionando, percibiendo, sintiendo los cambios en nuestro cuerpo, en el movimiento... Percibiendo las sensaciones desagradables y neutralizándolas o volviéndolas agradables... Creo que éste es un camino a seguir. 

Entonces la práctica se convierte en una transformación del "espacio" que somos, es moldear el espacio donde ocurre todo , y que la mente clasificaría en físico, psíquico y emocional. Moldear para que la acción marcial, pierda su naturaleza ilusoria de separación, y desde ahí resolverla, dirigirla hacia una resolución integrativa, natural, directa y lo más sencilla posible. 

El foco de la práctica de aikido no estará en hacerle al otro, sino en hacerme a mí, pero es un mí que también incluye al otro y a todo. 


Luis


lunes, 12 de septiembre de 2022

Aiki y Vacuidad


 


Creo que el vacío y el Aiki son inseparables, es decir, creo que el vaciarnos de nosotros mismos es un requisito necesario para que aflore el Aiki.
Es en el silencio de la mente donde aflora la unidad de todo, aquello que no cambia y que atraviesa el mundo de los fenómenos, de la diversidad y el cambio, como el cordel de un mala, que unifica en un solo objeto las cuentas del mismo.
Si nuestro comportamiento y acciones nacen de los pensamientos, ideas, emociones, cosas… si actuamos desde lo cambiante, la capacidad de actuar unidos al otro, convertirnos en la propia acción, será imposible.
Si mi mente se va con cada movimiento, palabra, emoción, ataque o contacto, mis acciones serán profundamente condicionadas, reactivas, muy lejos de la libertad y la paz que nacen en la unidad.Las acciones que nacen en una mente (un yo) que se cree separada alimentarán el conflicto, mientras que las acciones que nacen de una mente que se cree o se sabe una con todo, alimentarán la paz y la armonización. 
Cuando soltamos la mente, la silenciamos, antes de la acción, nos convertimos en el “espacio” donde aparece toda la acción. Nos convertimos en “ observador” de lo que acontece, pero es un “observador” que a su vez es uno con la acción que acontece, formado de la propia “sustancia”de la acción. De manera que las acciones estarán libres de reactividad y enfrentamiento, y la conexión, el fluir, la paz y la adaptabilidad, aflorarán de manera natural como cualidades innatas del 
Uno, ese Uno que aflora cuando dejamos a un lado el yo, cuando del yo soy, pasamos al somos, y finalmente al “Es", que es la esencia de la realidad. 
(Debemos observar a este respecto, que todas las "Ciencias" conforme avanzan en el conocimiento de sus correspondientes campos, sus conclusiones, lo que acaban encontrando, es la interconexión de todo.¿ No es esto un reflejo de la naturaleza unificada de todo? ) 
Es en este proceso de disolución de la separación, donde el conflicto pierde su naturaleza, se desnuda, quedando expuesto como energía creativa, y es desde ahí donde la paz y la armonía son posibles, no sólo posibles, naturales, y la creatividad infinita del takemusu aiki se manifestará sin esfuerzo. 
Por lo tanto, las técnicas y prácticas diarias dentro y fuera del tatami, deberían ser prácticas destinadas a resquebrajar la creencia en el yo separado. Nuestro yo, lo que creemos ser, no son más que un conjunto de ideas, percepciones y sensaciones. Quitarle importancia a nuestro yo es fundamental, para llevar a cabo un proceso de  identificación con el Todo, con el Yo absoluto,que nos vincula a todo y a todos. No voy a llevar a cabo un ataque al ego en este breve escrito,algo que está muy de moda últimamente.El ego es necesario en la experiencia de existencia en la que estamos envueltos, pero creo que debemos debilitar lo más posible la creencia en el ego como entidad con naturaleza propia,separada, con existencia intrínseca .
La observación atenta a nuestros procesos mentales, y al origen de las cosas, nos va a ayudar a esto.

Mientras realizamos la práctica diaria,deberíamos estar atentos a una serie de cosas:¿Cómo es el estado de mi cuerpo-mente?.
¿Mis movimientos expresan las cualidades de la unidad original, desactivan la separación y el conflicto?, o ¿son expresiones típicas y reactivas de un conflicto, y lo intensifican?.
Para llevar a cabo esta observación, debemos estar serenos y aquietados interiormente. Al estar en este tipo de mente, parece que el tiempo pierde parte de su poder sobre la acción, ya que el tiempo nace con el pensar, y además , lo que parecía un problema llegado de “fuera”, se convierte en una oportunidad creativa.
Los conocimientos experienciales ( ya que en eso consiste el verdadero conocimiento, y el Budo es este tipo de conocimiento )que a lo largo de nuestra práctica, han pasado a formar  parte de nuestra inteligencia corporal, nuestros movimientos y formas, ahora, en este estado de presencia mental,parecen tener vida propia, y aparecen por sí mismos en el flujo de la acción, conectados, dinámicos y suaves.
Entramos en una sensación de no ser nosotros los que hacemos los movimientos, sino que estos movimientos surgen de una especie de “espacio vacío”, al que pertenecemos tanto tori como uke, y donde los movimientos  intensos y desestabilizadores de uke, generarán sus propios movimientos “espejo”desactivadores y unificadores por parte de tori, como si fueran un solo ser. 
Las acciones de tori deberían nacer de un cuerpo-mente que esté vibrando en la vacuidad propia de ese espacio donde surge todo, y eso le permitirá disolver, la cualidad conflictiva de las acciones del atacante. Pero hay que estar muy atento, ya que ante cualquier bloqueo, ante las carencias en el “flujo” del movimiento, ese conjunto de “procesos” llamado ego, intentará tomar el control a través de la imposición y la lucha, nutriendo el conflicto. 
Por supuesto esto no es ni bueno ni malo. Pero la cuestión es ¿qué quiero ser?, ¿Qué cualidades quiero personificar, las cualidades aiki, las de la unidad,y la paz, o las del conflicto, y la imposición?.
¿En última instancia, que me hace más feliz? ¿ y que me hace sufrir? .
Al final creo que es una cuestión de auténtico valor y compromiso.
Por lo tanto,entrenar diariamente las formas es importante, practicamos un Do, y sin eso no habría un Do llamado Aikido, pero también desde muy pronto creo que debemos cultivar el estado mental de vacuidad, de silencio, de observador, unido a cada movimiento aprendido, para que en lugar de ser una herramienta de lucha, se convierta en una herramienta de unidad, conexión, pacificación y creatividad, en definitiva, una expresión del Uno original, o lo que es lo mismo, en Aiki.

Luis