viernes, 3 de junio de 2011

Ana Calderón me ha regalado por mail este fragmento de Bert Hellinger, que creo os llegará a todos.

Mirar que bonito, de un libro de Bert Hellinger que estoy leyendo ahora:

LA INMENSIDAD
Nuestros viajes interiores van a la profundidad. Hacia nuestra profundidad. Hacia nuestro centro. Y tambien hacia la inmensidad. Experimentamos nuestro recogimiento de dos maneras.
En la primera, nos vamos a un punto interior, un centro en el cual se condensa todo lo que se mueve a su alrededor.
En la segunda, nos vamos desde ese punto central, hacia la inmensidad pero sin perder el contacto con el centro. Como si este centro se orientara hacia afuera y se expandiera, y al mismo tiempo atrajera todo hacia si.
El amor del espiritu, el amor espiritual, se despliega desde el centro, se aleja hasta el ultimo extremo y es, al mismo tiempo, recogido y expandido. Mientras que el recogimiento se experimenta a veces como algo con peso y densidad porque recoge todo en si, el movimiento hacia la inmensidad se experimenta como si lo acompañara cierta ligereza, como si extendieramos los brazo para respirar.
En esta inmensidad nos percibimos como despertandonos. Entusiastas, asintiendo a todo y a todos tal como son. Nos sentimos leves, suaves y ligeros, como el sol de primavera que brilla sin calentar demasiado, sin obligar a nadie a soportarlo. Esta inmensidad la vivenciamos ante todo en el camino hacia afuera. Nuestro viaje interior fue como una preparacion del viaje hacia afuera, nuevamente hacia otros seres humanos y para el amor amplio, nuevo. Que conectado con el centro, descansa en si mismo y con los otros. Y esta ahi. Simplemente es.



Este hombre tenia que haber hecho Aikido!

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