Es en el desapego ( desapego) de uno mismo donde aflora el espíritu, nuestro ser esencial, íntimamente vinculado a todo el universo y a todos los seres sintientes. Desde ahí florece de forma natural la caridad y la actitud de servicio, ya que la luz del Espíritu ilumina todos los actos de nuestra vida.
Esta luz genera en nosotros la misión. Esta misión inscrita en lo profundo de nuestro ser, no es otra, que establecer un reino de paz en la tierra.
Es por esto que el Aikido nacido desde el desapego (munen) conecta al ser humano con su esencia y con su misión.
Desde "munen" nace una práctica marcial desde el no-ego, desarrollandose virtudes como el servicio, la empatía, el coraje y por supuesto la justicia.
Pero sobre todo vamos a desarrollar la templanza como gran virtud del practicante, del guerrero espiritual, que nos permite mantener a raya los demonios de nuestro "falso yo", es decir las rutinas emotivas y formas de pensar habituales, trasladándonos directamente y de forma determinante a través de la contemplación, al presente, donde la vida esta ocurriendo.
El aikido desde "munen" nos llevará a actuar desde la presencia, desde el auténtico Ser, que se manifestará como un poderoso "kami" interior testigo de todo y capaz de actuar en ese espacio previo y fértil , donde todo nace.
Grande Munen do Aikido, un orgullo para la familia Musubi.
L.
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