Sacar la fuerza de los hombros.
Llevo tiempo dándole vueltas, y sobre todo intentando
aplicar ese concepto que nos muestra y nos plantea el maestro
Endo de sacar la fuerza de los hombros.
La aplicación física de esta idea cuesta bastante trabajo,
no por el hecho en sí, sino porque nuestra mente es el primer enemigo con el
que nos encontramos, y es un enemigo poderoso. Técnicamente, el maestro Endo
lleva años enseñándonos las claves para conseguir esto a través de
ejercicios, “juegos marciales”, y últimamente mostrándonos directamente las
técnicas del kihon no kata desde este principio. El estudio diario tanto en el
dojo como en los seminarios hará, que poco a poco nuestra técnica se vea
enriquecida por este principio, que por otro lado considero fundamental para
que aflore el concepto verdadero del Aiki, sin el cual no veo posible la
plasmación del espíritu del Aikido.
Llevo años de práctica, y llevo años
siguiendo al maestro Endo, pero mi compromiso con esta idea, y por lo tanto con
su Aikido, se ha vuelto total no hace mucho. Al dedicar más intensamente
mi energía y mi tiempo en intentar conquistar esta idea, me doy cuenta lo lejos
que estaba del Aiki, del ki-musubi, y sobre todo, ahora estoy descubriendo
mucho más en las lecturas que hago de los textos de O sensei.
En un seminario en Granada del maestro
Endo, él comentó, que con su trabajo, intentaba dar su explicación al aikido
que desarrolló O sensei. De todos los maestros que ido viendo a lo largo de mi
vida marcial, no había oído a ninguno mencionar algo parecido acerca de O sensei,
y esto me hace que pensar. Cuando empezamos a hacer Aikido leemos y vemos
videos de O sensei, pero cuando vamos avanzando, y vamos volviéndonos técnicamente
más solventes, estas consultas a la fuente desaparecen ¿verdad?, es como si
huyéramos de ellas. De manera que cuando un gran maestro como éste dijo eso, me
removió bastante por dentro.
Volviendo a centrarme un poco en este
concepto que ahora considero tan fundamental en la práctica del Aikido, el
sacar la fuerza de los hombros, me gustaría comentar un par de aspectos.
El maestro Endo dice que la forma de
conseguir esto es centrándose en el ki del uke, lo que yo en mis clases llamo centrarse
en “escuchar” al uke, y fluir en función de la información que recibimos del
otro. A los que sus miedos, no le permiten acercarse a este concepto, piensan
que esto requiere una gran colaboración de uke y por lo tanto utilizar ataques sin
intensidad. Pero los que entrenamos esta idea y sobre todo hemos tenido la
posibilidad de entrenar con maestros que desarrollan esta idea, sabemos que
esto es más complejo y sobre todo mucho más sutil. La única colaboración que
uke manifiesta es consigo mismo, con su “papel” en esta relación, que es “hacer”,
atacar, dirigir su intención hacia tori, constantemente, para sacarlo de su
sitio. Al mismo tiempo debe hacer esto sin exponer su centro o guardia, ya que,
si esto ocurre, tori ocupará de forma natural he inmediata ese vacío.
Una vez que tori recibe el ataque lo
acepta, lo utiliza, intentando fundirse con el centro del uke a través de
un contacto suave (hombros relajados), el contacto que se crea acaba derivando
en el desequilibrio de éste y a la aparición de la técnica.
Como también he oído decir al maestro en
algún seminario, su aikido se basa en los siguientes pasos: Contacto,
desplazamiento (sabaki- de mano, cuerpo, hombro, cabeza o todo junto),
desequilibrio (provocado por los dos pasos anteriores), y proyección (nage).
De manera que según todo esto, el camino del aiki está
en centrarse en la venida del ki de uke, olvidándose de cualquier idea de
“hacer” que uno tenga en mente, desarrollando así una actitud de escucha
activa, donde el “mushin” o la no-mente es la protagonista, sin
juicios ni intenciones, consiguiendo así que el ki propio se active y fluya con
fuerza unido al de uke.
Lo segundo que quería comentar al
respecto, es la idea con la que comencé, el gran enemigo de esta práctica, mi
propia mente, mi ego.
Me encuentro mucho más seguro utilizando
los hombros, la fuerza de los brazos, que son herramientas que utilizo todos
los días y sé que me sirven. Mi mente quiere hacer algo en concreto, necesita
un plano, un croquis de lo que va a ocurrir para seguir sintiéndose segura, y
para conseguir llevar a cabo el “plan”, necesito que mi voluntad impere sobre
el otro. Fluir, escuchar, cambiar, improvisar, libertad, son palabras que
alejan a nuestro pequeño ego de esa sensación de seguridad.
Otro inconveniente mental que tenemos
con esto, es el hecho que hemos crecido y vivido en un entorno donde “estar en
los hombros” se considera un elemento positivo y necesario. En una sociedad
donde la competencia, y no la colaboración es lo que premia, donde lo que
opinen los demás es protagonista, donde el aparentar es tan importante,
consiguiendo esto siempre por encima de la persona de al lado, donde no
“escuchamos” al otro, pero aun peor, no “escuchamos” ni siquiera a nuestro
cuerpo, esto es una “sociedad desde los hombros”. Hombros elevados cuando
queremos parecer guapos y fuertes, hombros caídos expresan nuestro desánimo o
nuestros miedos. Observaros en el día de hoy a ver que encontráis.
Para poder desarrollar el concepto de
“sacar la fuerza de los hombros” en la práctica y en la vida, tenemos que romper
con la idea moderna de cultura competitiva e independiente, y volver protagonista de nuestra
vida a nuestro vientre en lugar de nuestros hombros. Relacionarnos de hara a hara, ser capaz de escuchar al otro, hacer más uso del silencio que del ruido, fundirnos con la vida en lugar de sufrirla, generar espacios donde la vida pueda expresarse, sin forzarla, despiertos a lo que nos guarda.
Respirar con el vientre,
pensar desde el vientre (Hara), nos llevará seguramente a una actitud más
serena y abierta a los cambios, al mismo tiempo que ganaremos “peso”, ese peso
que hace que podamos tener “presencia”, esa presencia que modifica el entorno y
nos vuelve auténticamente fuertes.
Luis Francisco Mochón Corredor 3º dan Aikikai.
31/01/2009.