Acabo de compartir un seminario con mi sensei Endo seishiro en Alemania.
El sensei es la paradoja viva del Budo. En cada movimiento , en cada palabra y silencio exuda ese espíritu marcial de fuentes antiguas y guerreras de siglos pasados del Japón samurai. Pero digo paradoja, porque al mismo tiempo transmite una paz fuerte, estable, con un mensaje de unidad, gentileza y pacificación constante.
Siento que esta especie de paradoja, que resumiría a la perfección el significado de los kanjis del término Budo, siendo mirada desde el corazón , no es ninguna paradoja... o sí, pero no más que la propia naturaleza humana, donde en los mejores casos a través de un" aiki divino" se armonizan los opuestos para generar algo único: Un ser humano completo.
El "samurai" del siglo XXI es un guerrero de paz. Con todos los ingredientes propios del guerrero, pero iluminados bajo la luz del espíritu, donde todo se vuelve Uno , se conecta, se Armoniza.
En el Aikido se funden como en una magnífica salsa los sabores del samurai, del guerrero y del hombre de espíritu, filósofo o incluso monje , donde la vida, la paz y la libertad son los principios fundamentales de conducta, llevándonos (en el mejor de los casos) a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
¿Pero es posible una auténtica libertad, una autentica y plena vida sin estar dispuesto a morir en cada instante como decían los samurai? O incluso ¿"sin morir a cada instante"?¿No es el cambio y la certeza de éste una especie de muerte?
En el Budo y en el aikido en concreto,frases propias de samurais como la expresada en el Hagakure:" Descubrí que el camino del samurai es la muerte", cobran un sentido luminoso, me atrevería a decir transpersonal, de manera que una frase demoledora como ésta, se transforma en un auténtico alegato de la vida.
La mente inamovible o no-mente, que está presente en cada gesto de nuestra práctica marcial, nos conduce de lleno a un abandono total de los intereses o deseos personales, como parte nuestra de un contrato,donde tras nuestro pago de abandono y "muerte", recibiremos la solución definitiva al conflicto, aflorando tras nuestra entrega,tras la "muerte" del pequeño yo de manos de la espada de la no- mente, el gran Yo, nuestro Kami interior, capaz de afrontar cualquier situación bajo la luz intensa del aiki.
Es de esta manera, como conceptos traídos del pasado guerrero como: determinación, muerte, fortaleza, honor, justicia, verdad...se convierten en las semillas a través del espíritu, de un camino de paz, armonía, espíritu, protección, unidad, gentileza,aceptación...
Las energías también fundamentales del entorno guerrero de ira, rabia, fiereza, combatibilidad.... Se transforman a la luz del espíritu en poderosas energías de purificación, en autenticas ofrendas a nuestro Kami interior en pos de una situación de paz sostenible, de diversidad armonizada y duradera.
Desde esta pequeña reflexión, que podríamos hacer más exhaustiva y amplia, siento realmente que el budoka y el aikidoka en concreto se convierten en un heredero natural y lleno de dignidad de los guerreros del pasado, siendo además, desde este punto de vista, unos catalizadores muy necesarios en nuestras sociedades, de movimientos renovadores, desde un espíritu fuerte y estable, para abrir caminos de paz y unidad mundiales sostenibles, sólo posibles a través de la armonización de sombra y luz, a través del respeto y aceptación de la existencialidad paradójica tan propia del Budo y por supuesto del ser humano.
Luis Mochón.