Es por ello que hay un concepto que constantemente aflora en la práctica del aikido, y que mi maestro Endo sensei utiliza bastante, y que ya O sensei mencionaba, que es la idea del no-hacer.
Éste concepto se puede vincular, a otros importantes, como la idea de la no-mente (Mushin) o la mente inamovible (fudoshin) entre otros.
O sensei hablaba de que el aikido no tiene kata y hablaba del no-hacer y que el no-hacer no significaba no hacer nada.
Creo que detrás de estos conceptos hay mucha miga, muy importante para nuestra práctica diaria en el dojo y sobre todo para la práctica fuera del mismo, la práctica de la vida. Porque no debemos olvidar que prácticamos un Do, y eso de forma muy resumida, quiere decir, que el tatami de nuestra práctica es la vida y nuestro techo no es otro que el mismo cielo.
Pero cómo no-hacer haciendo, o como hacer no-haciendo.
Mi percepción de este koan del aikido (Yamaguchi sensei expresaba que el aikido era como un koan zen con el cuerpo) me lleva a cosiderar , basándome en explicaciones de Endo sensei, que el no-hacer va muy vinculado a no perderme a mí mismo en el proceso de hacer.
Sobre lo único que tenemos la posibilidad de ejercer control es sobre nosotros mismos. En el momento que intentamos ejercer cierto control sobre otras personas, cosas o situaciones, caemos en una trampa de sufrimiento que nos hace naufragar casi siempre, y nos lleva a perder rápidamente el centro o a perderlo de forma constante durante años, manteniendonos así en un estado de desequilibrio y sufrimiento permanente, que nuestra mente, como mecanismo de defensa, normaliza y justifica.
Sobre lo único que tenemos la posibilidad de ejercer control es sobre nosotros mismos. En el momento que intentamos ejercer cierto control sobre otras personas, cosas o situaciones, caemos en una trampa de sufrimiento que nos hace naufragar casi siempre, y nos lleva a perder rápidamente el centro o a perderlo de forma constante durante años, manteniendonos así en un estado de desequilibrio y sufrimiento permanente, que nuestra mente, como mecanismo de defensa, normaliza y justifica.
En la relación que generamos en el tatami entre tori y uke, uke siempre lleva la energía hacia tori. Su ataque y presencia constante hacia tori generan en éste la necesidad de cambiar lo necesario ( ma ai, sabaki, ki musubi, kuzushi...waza), para conservar o recuperar su integridad, lo cual incluye a uke, ya que éste se vincula a tori a través de la intención de ataque y de la actitud de no enfrentamiento de tori, que acaba generando una especie de fusión entre ambos.
Pero cómo conseguir ésto, respetando la idea de no-hacer. Como decía con anterioridad, lo único que puedo controlar es a mí, mi mente y mi cuerpo.Pero es a través de la intervención activa y consciente sobre mí ,como se transformará todo mi entorno, siendo, pasivamente-activo, un cocreador de la realidad.
En el aiki-encuentro es la energía de uke la que me busca, si bien mi conexión con uke comienza antes del contacto( en el momento en que lo encaro), no salgo de mí para hacer nada sobre él, sino que mantengo una actitud de no-hacer y de disponibilidad total ante la iniciativa de movimiento de uke. Si somos capaces de mantener una actitud de no-hacer, con una mente en calma y un cuerpo disponible (relajado y activo), cuando el ki de uke venga a mí de manera constante, sólo tendré que ejercer control sobre mi mente y mi cuerpo, creando lo necesario con mis movimientos,para que la situación de equilibrio con uke (el punto de partida cero) se recupere. Estás decisiones que tomamos sobre nostros mismos, generarán cambios en un uke atado (musubi) a tori, a través de su intención de entrada constante y de las necesidades que nuestro contato suave (no resistente) y movimientos naturales, irán generando en él.
De está manera, el no-hacer de tori, se convierte en un hacer, basado en "ser". Dicho de otra manera, en el proceso de mantener un "ser" natural, calmado, fluido, vivo, combinado con la intención de uke hacia tori, se crea el waza, que aflora como producto de ese encuentro, y que dará como resultado la vuelta al punto cero del comienzo.
En una cultura y sobre todo en una época donde no paramos de hacer, donde estar ocupado constantemente se considera un valor positivo, ésto que estoy expresando y que ya O sensei proponía , es muy difícil de aceptar. Cuando miro en lineas generales mucho del aikido que se práctica, veo un aikido muy "ocupado", complejo, forzado y forzando. También veo a veces ukes que prefieren no ir hacia tori, considerando que es en tori donde reside la responsabilidad de hacer, y sinceramente no creo que haya nada en los primeros tiempos del aikido que justifique este comportamiento. Es sencillo observarlo, simplemente viendo la actitud de los ukes de O sensei, Kishomaru Ueshiba sensei o de Yamaguchi sensei por poner tres ejemplos, pero que podríamos completar estos ejemplos, con muchos shihan de antes y de ahora. Los ukes de O sensei, siempre iban hacía él en una energía poderosa y constante de entrada.
Cuando uke no quiere ir, la filosofía del no-hacer nos llevaría a retirarnos, o quizás utilizar algo de nuestro kimochi para recuperar la intención de uke, pero de forma energéticamente sostenible, porque si la energía que utilizamos para recuperar la intención de uke es demasiada, habremos salido de nuestro sitio, nos habremos perdido a nosotros mismos, convirtiéndonos en un uke que va hacia tori, lo que debería provocar un inmediato cambio en el sistema.
A veces me han preguntado, qué ocurre si uke resiste. Si nos paramos un poco a reflexionar sobre lo escrito, observaremos que la resistencia de uke es el fracaso de la idea de no-hacer, ya que sólo resiste el que se ve forzado, y sinceramente creo que el aiki no debe forzar. Si uke no viene, es que la intención hacia mí murió y con ella la posibilidad de tomar mi centro y mi equilibrio, de manera que el punto de partida cero habría vuelto, mi integridad estaría intacta, y no tendríamos más que parar y alejarnos a una distancia más segura .
Sé que esta visión del aikido, y sobre todo del aikido que propone hoy día mi sensei Endo Seishiro, puede generar un montón de resistencia interior a una mente educada en acumular, en estar siempre haciendo, ocupada y controlando.Cuando nos quitan la función de hacer, cuando nos proponen dejar de estar ocupados, aparecen un montón de resistencias, perfectamente justificadas por la mente, ya que dedicarnos a desarrollar el Ser en lugar de hacer, genera grandes tensiones internas y supone un camino incómodo de transitar en principio, pero también una puerta hacia la naturalidad, y la naturalidad es la que nos permite vivir armonizados con todo.
Necesitamos como sociedad éste valor que el aikido nos presenta. Muchas otras disciplinas que vibran con esta idea están en plena expansión ahora mismo en occidente(meditación, mindfulnes, yoga, reiki, zazen...) porque la conciencia de que algo no funciona está cada vez más extendida.
Utilicemos el Aikido con la finalidad que O sensei le dio, y que no es otra que transformar el mundo, refinando nuestro espíritu mediante el cuerpo y la relación marcial, para construir así un cielo en la tierra.
Luis Mochón.
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