martes, 13 de noviembre de 2012

Abandono del ego y la identificación con todo. Yagyu Munenori


"La clave de la maestría espiritual reside en el hecho de que el yo abandone su ego. En las artes marciales y culturales, la libre expresión del yo se encuentra bloqueada por el propio ego. En la Vía del sable, el dominio de la postura y la forma, por parte del alumno, debe ser tan absoluta que no exista apertura (suki) por la que pueda entrar el adversario. Si hay apertura es el propio ego quien la crea"
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"El mismo Yagyú Munenori destaca la superación del ego a través de la autodisciplina en el arte del dominio del sable. En un tratado conocido como La Transmisión Familiar en el Arte de Luchar, escribe que el objetivo del entrenamiento en las artes marciales es superar seis tipos de males: el deseo de vencer, el deseo de confiar en la destreza técnica, el deseo de alardear, el deseo de abrumar psicológicamente al adversario, el deseo de permanecer pasivo a fin de esperar una apertura y el deseo de liberarse de estos males. Por último, la maestría física, la psíquica y la espiritual son una misma cosa. El yo sin ego es abierto, flexible, dúctil, fluido y dinámico en cuerpo, mente y espíritu. Al no tener ego, el yo se identifica con todas las cosas y con toda la gente, viéndolos no desde una perspectiva centrada en sí mismo, sino desde los propios centros de los demás. En un círculo de contorno ilimitado cada punto se convierte en el centro del universo. La capacidad de ver toda la existencia desde una perspectiva no centrada en uno mismo es primordial en la identidad Shinto con la naturaleza y constituye también lo que el Budismo llama sabiduría, que en su más alta expresión no es otra cosa que compasión."

"Esta forma de pensar es la esencia de todas las Vías marciales y culturales en la tradición japonesa. El aikido es una formulación moderna de esta esencia, perfeccionada por el genio del Maestro Morihei Ueshiba (1883-1968). Explicando el objeto de su arte en una conferencia que dio en una ocasión ante un público no especializado declaró: El Budo no es un medio para derribar al adversario mediante la fuerza o el uso de armas letales. Tampoco se propone conducir al mundo a la destrucción mediante las armas u otros medios ilegítimos. El verdadero Budo requiere ordenar la energía interna del universo, protegiendo la paz del mundo y moldeando y preservando en su forma justa todo lo que existe en la naturaleza. Entrenarse en el Budo equivale a fortalecer, dentro del propio cuerpo y de la propia alma, el amor a los kami, las deidades que engendran, protegen y nutren todo lo que hay en la naturaleza.

Extraido del libro: "El Espíritu del Aikido" K. Ueshiba

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