jueves, 2 de septiembre de 2021

Una forma de mirar: todo es un proceso


La serenidad, la adaptabilidad, la fluidez, la naturaleza, la conexión, la sencillez.Estos son para mí quizás los pilares o varios pilares del camino del aikidoka.

Creo que la adquisición de estas capacidades a través de una práctica marcial, son parte del que podría ser el objetivo del Aikido. Mi sensei, Endo Seishiro, dice que cree que en última instancia el objetivo del aikido es la libertad, y estoy totalmente de acuerdo, ya que creo que el camino del aikido es un camino de liberación.

Estas capacidades que he enumerado antes , creo que son elementos esenciales hacia la libertad.

A veces los praticantes de aikido hablan de que el aikido hay que llevarlo fuera del tatami, pero en este aspecto creo que hay diferentes formas de sentirlo o aplicarlo.

 Para mí, no existe la frontera entre dentro y fuera del dojo. En mi búsqueda o mejor dicho en mi transitar la vía, intento convertirme en aikido, en clase lo digo mucho, y también digo, que es necesario cambiar la forma de mirar.

Mirar suave, bonito; mirar conectado; mirar sereno; mirar ecuánime y sencillo; tener siempre presente en nuestra mirada la naturaleza, su belleza y nuestra conexión con ella….creo que esta forma de mirar debería convertirse en el mirar del aikidoka. Hasta que la forma de mirar no cambia, creo que la propia práctica no avanza. 

Hace poco en clase,hablaba de una forma de sentir el encuentro, que creo ayuda a  desarrollar este mirar. 

Hablaba de sentir todo como un “proceso”. 

Creo  que nada tiene una existencia individualizada y propia. Creo que todo es un proceso y ese proceso es algo conectado, o dicho de otra manera, todo proceso es una inter-relación,compuesta por un montón de elementos conectados entre sí.

Pero para identificar el proceso que es cualquier realidad, es necesaria la serenidad en el mirar, la sencillez ( intentando mirar y no “ mirarse” cuando se mira) dejando que nuestra mirada, como si fuera agua o el viento, penetre a través de la superficie y se mezcle con los elementos que forman el proceso.

En ese instante, nos damos cuenta que formamos parte del proceso, y es, en ese instante, cuando podemos formar parte de la solución o la evolución de ese proceso. 


En el caso de la práctica diaria, desaparecerá el carácter de “ataque” de la acción de uke para convertirse en un proceso donde me estoy integrando( por supuesto uke debe generar una energía de ataque o la transformación no tendrá lugar).

Esta forma de mirar, nos dará una posición esencial dentro del proceso, liberados de cualquier emoción negativa, nos permitirá liderar la resolución, o el desarrollo del encuentro. El ataque, en definitiva, es visto como un montón de elementos que interactúan entre sí y conmigo mismo, y que puedo ir usándolos, para llegar al final del proceso que considere más oportuno.

 La adaptabilidad, la quietud y la fluidez, semejante a las características de las fuerzas de la naturaleza, exentas de personalidad egoica( el viento, el agua...), son las actitudes necesarias para aceptar y adaptarnos a los elementos que van conformando el proceso. 

Si nos quedamos sólo con una visión superficial, y encadenada a nuestros pensamientos o sentimientos, lo que está ocurriendo será visto como un ataque que tengo que evitar, que me puede dañar y que debo huir o someterlo o ganar. 

Desde esa forma de mirar se puede vencer sin lugar a dudas, posiblemente sea más rápido el aprenderlo, pero no se producirá el aiki, la unión, la ausencia de enemigo,que O sensei quería transmitir con su Do( bueno esa es mi visión desde luego)y que en definitiva, es la acción alquímica, transformadora que el aikido trajo al mundo del Budo.

La observación de la naturaleza, el implicarnos en ella, nos hace sentir de forma inmediata el proceso que es la vida, y nuestra pertenencia a ese proceso. Es por ello,las recomendaciones de O sensei acerca de entender a la naturaleza como nuestro mentor, siendo muy importante darnos cuenta, que no existe la separación entre la naturaleza y yo, porque tampoco existe la separación entre el otro y yo, ya que todos formamos y somos parte de un mismo gran Proceso. 

El repetir una y otra vez nuestra práctica marcial, los movimientos, los ejercicios, la relación aiki con el compañero, permite adentrarnos en los elementos que componen el proceso, la relación marcial, dándonos cuenta así de las actitudes y herramientas que son necesarias para adentrarnos más y más, pudiendo así liderar el desarrollo y la resolución del proceso marcial iniciado.

Pero no olvidemos que el camino que hemos elegido es un camino marcial. Las herramientas que usamos para la liberación o transformación son marciales, la nuestra es una práctica marcial en sus formas. 


Dicho sea de paso,para mí no hay práctica espiritual que no sea marcial, y no me refiero por supuesto a las formas.


El que haya un espíritu  marcial, es algo muy necesario, ya que necesitamos del conflicto marcial ( y por tanto de la etiqueta y la relación marcial )para que la dificultad,que éste supone, más o menos grande, más o menos física, se convierta en el martillo y el yunque donde ir purificando el metal de nuestra personalidad, para dejar espacio a las habilidades de nuestro ser más íntimo, consiguiendo así, una mejor versión de nosotros mismos.

En este camino, vaciarnos de nosotros mismos (se puede leer mi último escrito sobre el vacío) para que aflore la consciencia de nuestro lugar en el proceso, y transformarnos en lo necesario en cada caso, es fundamental.

Al transformar nuestra forma de mirar, al adquirir las cualidades del aikido, la vida en general cambia. No es necesario ningún esfuerzo, porque no consiste en hacer nada ni crear nada, sino en ser aikido. 

Se puede ver a aikidokas de años que se interesan por lecturas espirituales, por la meditación, por visitar o incluso vivir más en contacto con la naturaleza, incluso introduciéndola en sus propios hogares a través de plantas,detalles, imágenes…

El aikidoka de años puede también empezar a ver las situaciones con ecuanimidad y sencillez, no siendo reactivo, ni criticón, sino conectándose a personas y situaciones que quizás no comparte, comprendiendo y mirando con mayor suavidad.

Quizás debería aparecer también, producto de esa ecuanimidad y estado de conexión,una actitud más compasiva, producto de ver sencillo y sentirse conectado a cualquier realidad, aunque sea distinta a la de uno. 

No hay mayor reflejo de la naturaleza en una forma de ser, que el respeto por la diversidad.

Creo que el aikido es un camino marcial por sus herramientas de expresión y práctica, pero como decía O sensei, lo que es claramente , es un camino espiritual cuya pretensión trasciende al dojo, va a lo profundo del ser humano y por tanto incluye al mundo.

Ahora quizás cabría preguntarse : ¿mi práctica diaria me acerca a estas capacidades, a esta forma de mirar, a esta forma de ser…?

¿Me siento dividido entre quien soy en el tatami y quien soy fuera del dojo?¿Permito que las enseñanzas del aiki entren en mí para transformar hasta aquello que considero que no hay que transformar ( opiniones,creencias…)?



Luis Mochón