domingo, 12 de abril de 2020

Hoy más que nunca convertíos en Aikido.




Es curioso como está situación que estamos viviendo,es una oportunidad, bueno quizás ya casi una obligación, de estar más atentos y conscientes.
Cuando empecemos a poder salir a la calle, habrá que introducir en nuestras vidas toda una serie de protocolos, de acciones que requerirán de nuestra atención y calma para poder actuar de la forma más apropiada y segura, sobre todo, porque serán formas de actuar muy diferentes de las habituales en nuestra cultura.
El uso de la mascarilla, el cómo ponérsela y sobre todo como quitársela, teniendo cuidado con no hacer movimientos que puedan extender un posible contagio de nuestras manos a la cara, o desde la propia mascarilla. No tocarse la cara mientras estemos en la calle. El lavarnos las manos de forma habitual y con precisión, abarcando cualquier trocito de piel, la desinfección de las suelas de los zapatos, o incluso las medidas de prevención e higiene cuando traemos compra a casa, o nos llegan pedidos... Todo este tipo de acciones se van a convertir en nuestro día a día y van a requerir de nosotros un alto grado de atención, mientras se vuelven rutina asimilada. Ha llegado el momento, quizás más que nunca, de no tener prisa, y curiosamente la naturaleza nos ha empujado a ello. Es tiempo de llegar antes a los sitios, sin prisas, para llevar a cabo el protocolo adecuado, para mantener las medidas. Ha llegado el momento de vivir  el presente de forma más evidente. Ser conscientes de que hacemos con nuestras manos, con nuestra ropa, con nuestros movimientos, y todo ello, no podrá llegar desde la prisa, ni desde la precipitación, tendrá que llegar desde la quietud que observa, que reflexiona y planifica.
Ahora la naturaleza nos pone en esta disyuntiva, nos va a obligar a estar presentes, o las consecuencias serán enfermar nositros o enfermar a otros (realmente antes también "enfermabamos" por nuestra incapacidad de vivir el presente).
El entrenamiento que hayamos hecho a diario como budokas-aikidokas debería aparecer ahora como un apoyo tremendo en estos momentos.
Desde hace mucho, y siguiendo las enseñanzas de mi maestro, llevo transmitiendo, que lo importante de la práctica no son las técnicas en sí, sino el estado de nuestra mente y nuestro cuerpo en el momento del conflicto y en el desarrollo de la acción.
Endo sensei, el año pasado en Granada haciendo un trabajo con dos atacantes agarrándole, dijo:"la cuestión es quién soy en este momento".
Pues en este momento tan difícil para todos, ¿quién soy?.
Cuando practicamos en el dojo no dejo de transmitir la idea de mantener la quietud mental y la naturalidad, sea como sea el ataque de intenso, sea quien sea el atacante, o que energía se mueva alrededor. Mantener un estado de calma, no vernos arrastrados por la energía que nos rodea o con la que interactuamos. Ser capaces de en plena acción, mantener la serenidad necesaria para poder ver la realidad de lo que está ocurriendo y así poder actuar en consecuencia, tomando las decisiones adecuadas,  para que nuestra acción sea eficiente y efectiva en cada momento, es decir que sea una acción actualizada con el ahora.
De manera que la práctica del  aikido nos ha debido estar preparando para vivir y  para afrontar cualquier conflicto, siendo este momento por supuesto, un momento de conflicto, que estamos viviendo, y que vamos a vivir.
Mantenernos serenos, aquietados, para poder ver la realidad de las cosas. Mantener una visión clara y certera ante tanta información diferente. Mantenernos atentos a los cambios y necesidades nuevas, teniendo un estado de atención serena que nos permita actuar de acuerdo a los protocolos necesarios, para mantener nuestra seguridad y la de los demás, deberían ser parte de las habilidades adquiridas a través del entrenamiento diario. 
Siempre es un buen momento para actuar como aikidoka, para como decía O sensei, manifestar el aikido en cada cosa que hagamos. Pero en un momento de conflicto como el de ahora, el aikidoka, tiene que resaltar más por su forma de actuar. Entrenamos nuestra mente y nuestro cuerpo durante horas para momentos como éste. Como ya he dicho en muchas ocasiones, lo importante no es la técnica en sí, es ¿quiénes somos en el proceso del conflicto? , ¿desde donde actuamos? , ¿por qué actuamos de la forma que lo hacemos?.
Ahora no es posible acudir al Dojo,pero el Dojo está en cada uno de nosotros y en todos lados a nuestro alrededor. No es necesario pararse a pensar en ikkyo o shiho nage, como aikidokas, hay que seguir trabajando nuestra mente, nuestros actos y movimientos, en cada nueva acción de este conflicto:con mascarillas, geles desinfectantes, lavado de manos, protocolos en lugares públicos y privados, en futuros protocolos en el dojo y otros lugares, afrontado el miedo propio y el ajeno, afrontando las irresponsabilidades, etc... 
Cómo aikidokas debemos aprovechar esta situación para seguir creciendo, para seguir fortaleciéndonos como guerreros del camino, debemos convertirnos en Aikido y no ser sólo practicantes de unas formas. El aikido es como decía O sensei una práctica espiritual, en palabras de O sensei: "el espíritu es nuestro verdadero escudo". "Somos científicos del espíritu". 
Así que no reduzcamos el Aikido a una cuantas formas, a una forma de vestir o a un lugar. El aikido es un regalo de los Dioses, es algo universal, y ahora debemos continuar con más intensidad que nunca nuestro proceso de purificación, hay que transformarse en Aikido. 
Son muchas las herramientas que tenemos en ausencia del lugar físico del dojo:lecturas, meditaciones, reflexiones, puestas en común, escribir, mantenerse activo fisicamente, silencios, el propio trabajo, o el propio aislamiento, en la rutina diaria ... 
Debemos ser un ejemplo en el conflicto, de serenidad, atención y acción correcta, con valor y dignidad.
El miedo va a ser el principal enemigo, por eso desarrollar nuestra valentía, a partir de una mente atenta y una actitud ordenada, que auyente el miedo propio, pero también el de los demás, deberá convertirse en una de las actitudes  a desarrollar como aikidoka, siempre, y más en este conflicto.
Por lo que podemos ver, es hora de aplicar nuestro entrenamiento, los que llevamos años es ahora más que nunca, cuando deben aflorar nuestras capacidades de aikidokas. Pero también  es hora de continuar entrenando, creciendo, purificándonos, los más nuevos en el camino, más intensamente todavía, los más antiguos con mucha consciencia del momento. 
Este "atacante"es de los buenos, y viene con todo, así que aprovechar para forjar vuestra mente y vuestro cuerpo en el dojo de la vida, confiad y apoyaros en vuestros senseis y hermanos de camino, y ser una antorcha que ilumine en mitad del miedo y el conflicto, es decir convertiros en Aikido. 


Luis Mochón

miércoles, 8 de abril de 2020

Aikido: Budo



Para mí el aikido es Budo. Y digo esto porque lícitamente no todo el mundo tiene que considerarlo como tal. Lo que O sensei creó o descubrió es tan universal que puede ser utilizado, practicado desde muchos puntos de vista y todos sin salirse del Aikido.
La gran riqueza espiritual en la que se sostiene el Aikido, riqueza espiritual que nace primero como cualquier budo, en la cultura japonesa y en sus diferentes influencias(el confucionismo, taoísmo, zen y por supuesto Shintoismo), pero sobre todo en la maravillosa visión espiritual del fundador,  O sensei Morihei Ueshiba, que fue el que plasmó todo su sentir espiritual en la creación del Aikido.
Pero para mí, esa espiritualidad estaba también enmarcada por el espíritu del guerrero antiguo, por el espíritu marcial. O sensei llevó ese espíritu marcial a otro sitio, lo elevó a un lugar donde el Budo se convierte en armonía, amor, pero donde para mí, sigue siendo budo. En palabra de O sensei: "somos científicos del espíritu, pero tiene que haber resultados concretos"
La armonía, la unidad, el Amor, practicados desde un espíritu marcial son los que dan al Aikido su idiosincrasia particular. Practicar, aplicar principios espirituales conocidos por todos, que aparecen en las distintas corrientes espirituales, pero aplicados y practicados en mitad de un conflicto, es lo que define el estudio que realizamos como budokas aikidokas. El utilizar la "tempestad" para encontrar la calma, conocer el funcionamiento de un "huracán", sentirlo en nuestro interior, para saber, que es en el centro, donde estamos seguros y reina la calma... éste es el camino del guerrero espiritual.
Normalmente entrenamos el Aikido con un ritmo y una intensidad de estudio, de aprendizaje, de comprensión corporal y mental de una serie de principios y de movimientos que buscamos, que a  través de la repetición constante, vayan cayendo en nuestro interior, para que no haya que pensar o reflexionar sobre ellos en el momento necesario, sino que afloren desde el sentir, prácticamente sin intervención de nuestra pequeña mente, teniendo la sensación en algunos momentos de ser espectadores de la acción.
Pero el ritmo, la cadencia en el trabajo, según mi criterio debe venir acompañada también de una cierta intensidad. Cuando utilizo esta palabra lo hago muy consciente. Intenso no tiene por qué hablar de un trabajo rápido...o sí. Puede un atacante, hacer un ataque de ritmo medianamente tranquilo, pero transmitir una gran intensidad marcial con su presencia y su ki, lo que provocará un cierto colapso o conflicto en la acción del tori.
Debemos usar esta intensidad habitualmente, aunque se tarda años en conseguirla, o bien nunca se consigue. Hay que trabajar con una cadencia no sólo intensa sino también funcional. Lo que quiero decir con esto, es que debemos entrenar algunos tramos de nuestra práctica, y creo que el jiju waza ofrece esta posibilidad de forma más evidente, con unos ataques cuya función sea claramente alcanzar su objetivo con intesidad, velocidad, en definitiva un timing funcional para el atacante.Pero también un timing funcional para el tori, cuyo objetivo es la resolución de la acción de la forma más segura posible.
El aikido no practica el combate, por lo que todo el ataque se centra en una acción , pero aunque no estudiamos el combate, nuestro entrenamiento diario hace que el atacante después de este ataque, esté en disposición de repetirlo(sino es debilitado por tori) o en la mayoria de la ocasiones por la dinámica tradicional del aikido, su disposición físico-mental lo habilitará para  llevar a cabo los movimientos necesarios para caer de forma segura o mantener una posición y movimientos apropiados para recibir con seguridad la acción de tori.
Es en esta práctica de mayor intensidad y funcionalidad del atacante donde el aikido aflora como budo pero para mí donde aflora también su mayor valor espiritual. El Aikido se vuelve mucho más sencillo, preciso, directo, sin parafernalias innecesarias, todo tiene una clara función de inmediata plasmación. Mantener una mente serena, y un cuerpo ordenado. Una mente aquietada y presente atenta a todo lo que está viniendo del atacante para poder usarlo.
No sólo me estoy refiriendo a los movimientos evidentes, sino enfocando nuestra intención desde el momento previo a la acción para usar el MA Ai correcto (distancia y tiempo), poder sentir cada intención del atacante, para así ejecutar acciones simples y precisas de una funcionalidad máxima, que deriven en una acción marcial y espiritual propia del Aikido: sin daño, sin destrucción y sostenible en el tiempo.
Es la conexión provocada por un estado mental sereno y activo, aquietado y despierto....es la conexión provocada por un cuerpo erguido, relajado y ordenado, con movimientos naturales y simples, lo que permitirá encontrar el centro de huracán, que descubriremos que siempre estuvo dentro de nosotros. 
L.