viernes, 22 de noviembre de 2019

Dojo Musubi: 17 años de aventura

Hoy hemos celebrado el 17 cumpleaños del Dojo Musubi de Granada. Hemos brindado con un poco de Sake después de la clase de la noche. Un honor compartir camino con esta gran familia. En esa foto falta muuuuucha gente de la familia Musubi de Granada y por supuesto de la familia Musubi no Kokoro, es decir de los grupos Musubis que hay repartidos por España y por el mundo.
He tenido presente en mi corazón a los Musubis de Güéjar Sierra, Ronda (aunque han estado presentes), Sevilla, Almería, Murcia, Palma de Mallorca, Badalona, Madrid, Malta, Santa Rosa, Córdoba, Neuquén (Argentina) , Yodfat(Israel) .
También he tenido presente a mis Aiki-hermanos de Japón, de Alemania y Austria, de Finlandia, de Canadá, de Holanda, de Italia, de USA, de Argentina (Buenos Aires, Berasategui).
Pero sobre todo he tenido y tengo muy presente a mi sensei, Endo Seishiro, luz en mi camino, inspiración constante, motor de mi búsqueda.
Hace 17 años empezó una aventura intensa, que ahora, se ha vuelto todavía más intensa.
Finalmente quiero dar las gracias a mi mujer, a Elena, por empujar cuando hacía falta, por consolar, por abrazar, por enriquecer, por equilibrar mi energía en el dojo, por su amor, por su resistencia y voluntad. Sin ella este proyecto no habría podido realizarse. Gracias mi vida.

L.

jueves, 17 de octubre de 2019

Un Faro

Ser como un faro.
Erguido y luminoso.
Sus paredes son redondeadas, para ofrecer menos resistencia al viento y al mar, pero sus cimientos son pétreos, fuertes e inquebrantables.
Cálido en su interior.
Inamovible y fuerte en su exterior.
Impasible ante las tormentas y las olas.
Referente de la seguridad... de la tierra.
Siempre manteniendo su luz.
Listo para guiar a cualquier barco perdido.
Referente del camino.
No va... No viene.. Siempre está...
No fuerza, ni siquiera indica, sólo está diciendo: soy.
Al verlo detrás de la oscuridad, o la tormenta, despierta nuestra seguridad, recuerda nuestra calidez, nos invita a fortalecer nuestro soy cuando estaba a punto de desaperecer, frío, perdido.
Vivió miles de tormentas, y las vivirá
La luz se rompió cientos de veces, y la volvió a encender
Y ahí continúa, siempre siendo faro.
L.

domingo, 30 de junio de 2019

La ceremonia sagrada del ahora en el templo del Dojo.


Hay que respetar más al instante. Y cuando este instante se vive compartido y dentro de nuestra tradición marcial, quizás todavía más.
Debemos ponernos nuestras "mejores galas" , físicas y mentales, para asistir a esta "sagrada" y al mismo tiempo, cotidiana "ceremonia" , que es el encuentro con uno mismo y con  el otro en el Dojo.
Es por esto, que siento que primero debemos ir descubriendo cuáles son nuestras "mejores galas" , cual es nuestra mejor versión en cada instante, para poder utilizarla en la ceremonia del aiki, en el "templo del Dojo" . Cual es la mejor versión de mi cuerpo, mis movimientos, mis pensamientos, mi conciencia.
Brindar al instante, de mi mejor yo, es parte de la gratitud que le debemos a la vida, pero también a O sensei y a su descubrimiento y legado, el aikido.
El estudio diario, debe fortalecer, sanar, flexibilizar, ordenar, nuestro cuerpo. Al mismo tiempo, debe aquietar, enfocar, despertar nuestra mente, para que ambos, cuerpo y mente, sean lo más luminosos  libres y estables posibles. Durante el estudio debemos tener el sentimiento de ese escultor, que cuando ve la piedra a tallar, lo que ve, es la imagen que habita en su interior, y a lo que se dedica es a extraer todo aquello que sobra. 
Cuando de la práctica basada en el  estudio, pasamos a una práctica más libre, debemos ponernos nuestros mejores "ropajes", ya que estamos entrando a formar parte, como protagonistas, de una "ceremonia sagrada", antigua, protegida, en un "lugar sagrado" ....
Pero aún siendo así al principio, cuando llevamos tiempo, la práctica de estudio no debería diferenciarse de la práctica libre. Desde el momento que entramos en el Dojo, nos sabemos participantes de una "ceremonia antigua, importante ", digna de la mayor de nuestras atenciones. El tiempo dedicado al  estudio es ya parte de la ceremonia, y eso es visible al mirar a los practicantes más antiguos que lo han comprendido. El silencio, la concentración, la actitud de presencia y respeto, la honestidad.. . 
Los más principiantes, todavía necesitan educar su mente y su cuerpo, aprender los "ritos", gestos y "mantras", interiorizar sus significados, para poder ser verdaderos protagonistas de la ceremonia del instante aiki. 
Pero con los años, la calidad de nuestro tiempo mejora, o mejor, nuestra calidad mejora en el tiempo. Cada segundo dentro del Dojo es ya parte de un "ritual sagrado" . El atravesar la puerta del Dojo, es como pasar a través de un Tori, que  muestra la entrada al mundo de lo sagrado, sabiendo que a partir de ese momento la actitud hacia nosotros y el entorno debe ser más reverencial y atenta. 
Pero esta forma de sentir, ser y actuar, aún siendo un gran paso, todavía no es suficiente... Es cuando este ritual sagrado, acaba saliendo del Dojo, cuando nos acompaña en cada gesto, cada instante de nuestro día a día, es entonces, cuando empezamos a transitar el Do(Tao) , y pasamos de hacer Aikido a convertirnos en Aikido, empezamos a respirar aiki por donde vamos, y ésta, sin duda es la mayor expresión de respeto por O sensei, por nuestros senseis, pero sobre todo y más importante por la vida que nos atraviesa y envuelve.
El aikido sentido como un proceso de purificación y al mismo tiempo como una celebración del instante. 
El aikido como un aprendizaje y al mismo tiempo como una ceremonia de exaltación del ahora, donde toda diversidad, incluso antagónica, se ve asimilada en una acción armonizada, imagen del Uno. 
Es aquí cuando el "templo" donde ocurre la ceremonia, cuando el Dojo, empieza a echar sus cimientos dentro de nosotros, cuando el Dojo está en nuestro interior, todo, absolutamente todo, es una ceremonia sagrada, de gratitud, enriquecimiento y contemplación que da como fruto la paz.
Lo mejor de nosotros, nuestra mejor versión, empezará a relacionarse con el mundo, en el día a día, y eso generará cambios, propios y externos, tan necesarios y deseados por tantos seres despiertos, entre ellos Ueshiba Morihei.
La paz definirá nuestro estado interior, y acabará transformando el espacio exterior que nos rodea y a quien lo habita, generando un medio ambiente sencillo, agradable y útil, de sentimientos de fraternidad, familia, hermandad, compañerismo, camaradería, unidad, evolución... 
Si estás en los primeros pasos dentro del Aikido, utiliza el estudio en clase para aprender las formas, gestos y palabras, pero también para a través de ellos purificarte, limpiar lo que sobra, para que lo mejor de tí, lo que está más allá de tus patrones mentales, y hábitos físicos, se exprese. Aprende sin cuestionarte los movimientos y enseñanzas, los procesos que intervienen en cada acción , porque estás formándote para participar en una ceremonia de vida, donde tú eres el protagonista y necesitas estar preparado para poder vivirla plenamente. 
Antiguos practicantes... ¿tenéis conciencia ya del "rito" , de su significado, de vuestro protagonismo en el mismo?. ¿Habéis empezado o culminado las obras de vuestro dojo interior?... ¿Las habéis empezado?... ¿Ha empezado todo, y digo todo a convertirse en la celebración de un momento aiki tras otro, donde sois los oficiantes, lo oficiado... y lo venerado no es otro Dios que el aquí y ahora? . ¿Han desaparecido ya los límites de vuestro tatami? ¿No lleváis todavía vuestros Gi y hakama siempre puestos, de manera que sólo seáis uno y no diferentes personajes según cada situación ?...
L.

lunes, 3 de junio de 2019

Conocimiento y madurez

Hay momentos  que a través del estudio y la búsqueda, es posible entrever y comprender hasta cierto punto lo que podríamos llamar nuestra "verdadera naturaleza" , o por lo menos discernir, que lo que hasta ahora considerábamos nuestra realidad, nuestra personalidad, no es más que un reflejo desteñido de lo que realmente somos en esencia.

"Yo soy el universo."
"... Y mi universo es grande y el vuestro pequeño."
O sensei, Ueshiba Morihei

Por supuesto no hablo de un despertar. Éste, según mi punto de vista, no está sometido a reflexión o proceso, éste llega sin más, me atrevería a decir por sorpresa,  y es posible que te coja en una búsqueda, reflexión, estudio o sin hacer nada de nada...
Esta comprensión profunda sobre uno, puede producirse en compañía de un momento personal de cierta madurez o inmadurez. Cuando está comprensión tiene un fuerte componente de acción, experimental y no sólo intelectual, podremos asistir a una persona más madura y equilibrada.
Pero cuando este conocimiento es alcanzado solamente a través de la reflexión y el conocimiento intelectual principalmente, esto provocará un cierto grado de inmadurez. Desde aquí, el reconocer lo limitada que era la comprensión sobre nosotros mismos, y abrirnos a una dimensión del conocimiento propio, más amplia, donde nos descubrimos más "universales" e ilimitados, nos hace entrar en una fase de comportamiento egoísta. Lo queremos y merecemos todo, sobre todo, aquello que no tenemos o no hemos tenido nunca. Tendemos a querer romper con lo cotidiano o habitual, en busca de lo diferente y especial, que creo que merezco, no parándonos por un momento a pensar que, es lo que considero cotidiano, lo que me acompañó e impulsó al lugar de comprensión donde me encuentro ahora.
Es muy importante por tanto, que la conquista del conocimiento vaya acompañada de experiencias y más experiencias, y además, que nos abramos a que éstas, nos vayan transformando, dejando posos experienciales que nos vayan dando madurez y coherencia.
Cuando se ha alcanzado cierto grado de madurez y equilibrio, el darse cierta cuenta de nuestra naturaleza esencial, desembocará en una actitud de gratitud por lo que se tiene y se es, en aceptación, generosidad y en un sentimiento de interdependencia. De manera que no hay grandes cambios o rupturas. El gran cambio fue empezar el camino de la búsqueda, descubrirlo, dedicarse a seguir ese camino de forma constante y con voluntad.
Como decía, ahora no hay grandes cambios externos, lo que cambia es la forma de mirar, de "andar", lo cotidiano se intensifica, brilla, se diviniza de alguna manera.

Todo esto es observable en el Dojo. Los altos grados han alcanzado un grado de conocimiento importante, se saben menos limitados, más capaces. Pero como vengo exponiendo, esto no implica que se encuentren en un estadio de madurez. Cuando éste no es el caso, el alto grado se vuelve exigente con lo que debe ocurrir en el encuentro con el compañero, empieza a habitar en el "merezco". Esta exigencia se traslada en la mayor parte de los casos al otro (normalmente al aite), que se considera, no está a la altura de lo que uno cree que debería ser la práctica (intensidad, sensibilidad, dureza, suavidad, flexibilidad, marcialidad...).
Empieza a buscarse sólo entrenar con aquellos que dan la "talla", críticando a los que no la dan. Se intenta llegar a una práctica cada vez más "perfecta" y en algunos casos "compleja", ya sea por el camino de la diversidad de formas, la suavidad "perfecta", la "efectividad" "perfecta", etc... En todo caso lejos de cualquier naturalidad.
El reconocimiento del nivel de uno, los grados, la posición que uno ostenta, se vuelve algo de vital importancia, que nos lleva a estados emocionales frágiles, pudiendo movernos entre la soberbia y el orgullo, la decepción y la vergüenza.

Sin embargo, cuando el conocimiento viene acompañado de cierto grado madurez, debería producirse todo lo contrario. Todo le vale al que está en este estadio. Todo es una oportunidad de crear Aiki. Hay una especie de gratitud, sobre todo física, hacia todo lo que llega de aite. La práctica se va simplificando, naturalizando, se va abandonando el disfraz de aikidoka, y aparece la unidad entre la persona que hay dentro del dojo y el que está fuera.
Cada gesto básico o cotidiano se llena de presencia, cobrando una dimensión "divina". Lo sencillo se convierte en la característica principal de cada gesto, lo básico se vuelve sorprendente, casi mágico. El carácter se templa, se equilibra y es muy difícil que nada externo provoque reacciones en uno. Desaparece depender de lo externo, de como los demás se comportan conmigo, del reconocimiento, de que lo externo cumpla mis ideas y anhelos.
Exigir y merecer...todo esto se aleja cuando conocimiento y madurez se unen.

"En uno mismo hay que pensar ligeramente;en el mundo profundamente."

Dokkodo (Miyamoto Musashi)

"Se puede conocer el mundo
sin salir de casa.
Sin mirar por la ventana
puede conocerse el Tao del Cielo.
Cuanto más mundo se recorre
tanto menos se sabe.

El Sabio, para conocerlo todo,
no necesita viajar.
No necesita observar
para ser lúcido.
Tampoco necesita actuar,
y sin embargo, realiza."

Tao Te King (XLVII)

Mirar y ver que todo es como debe ser, estar abierto a que ocurra lo que tiene que ocurrir, no forzar-se ni forzar, recrearse en lo que es.
En el proceso de perfeccionarse uno, empiezas a encontrar al otro, como parte de tu realidad, y la conexión, se vuelve la brújula que orienta tu viaje.

La inmadurez acompañada de conocimiento, nos lleva a un egoísmo más intenso y peligroso que si el conocimiento no existiera. Es el -ismo del ego, donde yo y yo, soy el principal objeto de culto. Mi magnífica mente, apoyada por una cultura de la individualidad como la que vivimos , nos aportará razones de peso suficientes para sostener esta situación el mayor tiempo posible.
Cómo me siento
Cómo soy
Cómo pienso
Cómo me veo
Es la temática que ocupa mi tiempo.
En el dojo, esto queda reflejado en una práctica donde lo que uno tiene pre-decidido en su mente es lo que nos dirige. El tipo de aite que quiero, el entorno que deseo, la intensidad que me hace sentir cómodo, sin sobresaltos, moviéndose siempre en territorio conocido, "yo es que soy así..:"

El conocimiento acompañado de madurez, hará que tu no seas el principal tema de tus pensamientos y reflexiones. Te centras en el flujo de la vida,en los que te rodean, de forma serena, constructiva y servicial. Te centras en conseguir una buena conexión, en utilizar el ki que viene del aite, sea del tipo que sea, y eso hace que la mente se mantenga en silencio y el cuerpo centrado. Te sirve todo, cualquier energía o forma de vibrar. La finalidad es fluir, sentir el flujo propio a través del flujo con el compañero, sintiéndose así parte del fluir del instante, de la vida.

L.

"Fluyo porque vivo y vivo porque fluyo "

"Abandonad el egoísmo, trabajad suave"

Endo Seishiro




viernes, 29 de marzo de 2019

Aikido y Budo, la relación con el instante. Suki


A veces siento que se quiere, incluso inconscientemente, situar al Aikido en un lugar que creo no le corresponde. Un lugar que ocupan otras disciplinas, vías, métodos o terapias, que buscan mejorar, aliviar, sanar la personalidad de la gente. Aliviar cargas, aceptar emociones, cerrar heridas, liberar de pesos a la persona para que sea capaz de vivir más serena, feliz, en paz y saludable. Enseñan y aplican técnicas, ejercicios, dinámicas, promueven reflexiones, todo para ayudar a la persona.
Por supuesto no voy a negar que la práctica del Aikido puede llevarnos a una transformación personal, a una evolución. Pero el Aikido desde mi punto de vista no está en ese grupo de vías. El Aikido tal como lo siento yo, busca desarrollar la atención, la focalización en el instante a través de un proceso marcial (ataque y defensa). Ser capaz de estar plenamente presente en el instante, de forma dinámica y creativa, tomando las riendas de todo nuestro Ser y de la situación marcial(espacio-tiempo-compañero) que nos engloba.
Uno puede acercarse al aikido con una personalidad herida, encadenado por patrones, ideas, prejuicios, frustraciones, dolencias… y el Aikido (correctamente enfocado) te regalará el instante, y sobre todo a , a tu Ser, desnudo, vacío de disfraces aquí y ahora.
En el instante, las puertas del pasado, de la educación, de los juicios, de las emociones, de la imagen que uno tiene de sí, se cierran o mejor desaparecen, dejan de movilizarnos, de dirigirnos. Al enfocarnos en el momento presente desaparecen estas aperturas (suki), permitiéndonos ser libres, creativos, señores del instante y de nosotros, pudiendo convertirnos en todo lo que queramos, ya sea en el rol de tori o aite.
El Aikido, entendido así, abre el espacio donde expresarnos, dejando atrás los elementos adheridos, aprendidos, heredados o creados, que conforman nuestro yo, sintiendo entonces, más allá de la consecución técnica correcta o no, un estado de plenitud.
Es por esto, que, en mis clases, concedo mucha importancia al estado de nuestra mente, a como movemos y expresamos nuestra energía. A estar enfocados en nuestra labor, concentrando toda nuestra energía, vibrando en el rol de tori o aite, sin aperturas, llenando de nuestra presencia cada respiración. Le otorgo por tanto una gran importancia a la energía de ataque, al ma ai (timing), a mantener un cuerpo ordenado, vertical y centrado, a percibir el kimochi del compañero, a sentir el proceso marcial actuando desde la intuición, permitiendo aflorar la mente inamovible (Myoo) en cada gesto.
“El esgrimista no debe pensar a la ligera de cualquiera, ni debe sentirse temeroso ante un oponente fuerte. Lo principal es olvidarse de uno mismo tanto como del adversario y dejar que el myoo inconsciente se manifieste”
Adachi Masahiro
“El esgrimista no debe albergar nada externo o superfluo en su mente, que debe estar perfectamente purificada de toda emoción egocéntrica. Cuando esto se consigue y la propia mente está perdida de manera que ni siquiera los demonios pueden rastrear su paradero, le es posible por vez primera hacer pleno uso de la técnica adquirida. O, mejor dicho, va incluso más allá de la técnica, pues olvida todo lo que ha aprendido, ya que él mismo es la enseñanza en sí y no hay separación del que aprende y lo aprendido.”
D.T.Suzuki

Seas como seas, sientas como sientas, debemos permitir que todo desaparezca para que nuestra esencia se manifieste, y esto se hace a través de la concentración. Concentrarnos en como usar la energía de nuestro cuerpo, sintiendo lo apropiado de cada momento, sin emociones, sin pensamientos externos al instante que estamos viviendo:
Que mal me ha salido; no sirvo para esto; el aite me está bloqueando; con éste no me pongo; el Sensei me está mirando; lo estaré haciendo como el Sensei quiere?;no puedo con esta persona es muy grande; me voy a hacer daño; es que tengo que entenderlo primero; no se hacerlo; no quiero hacer daño….
Todos estos pensamientos y emociones son las puertas abiertas de la mente. Son suki, aperturas mentales que se traducen en ventajas para el oponente, en limitaciones para leer el ahora en el proceso, y que en un combate de espada significarían la muerte.

“Tu espíritu es el verdadero escudo”
Morihei Ueshiba
“Hay que mantenerse siempre cerrado, sin aperturas”
Seishiro Endo
Esta experiencia que ofrece el Budo y el Aikido en particular, si elegimos llevarla a nuestra vida, por supuesto puede transformarnos, y nos ayudará en la consecución de vivir más plenamente cada momento, sin aperturas(suki) que nos limiten. Aunque si queremos sanar los elementos limitantes de nuestra personalidad, si necesitaremos de otros caminos que ayuden.
Es por ello que un maestro de esgrima del siglo XVI, podía ser considerado un “santo de la espada”, con gran sabiduría y actitud, pero que fuera de ese ámbito, tuviera elementos de su personalidad que hoy consideraríamos susceptibles de ser trabajados, pero que, en el momento de la acción desaparecerían, y dejarían paso al brillo de una mente vacua y libre.
Percibir el suki interno y el ajeno, ya sea de otra persona o de una situación, el no permitir que nos afecte o coarte, y además ser capaces de utilizarlo, actuando en consecuencia física y mentalmente, creo que debería ser la esencia de nuestro entrenamiento diario.
Esto puede ser conquistado por todo el mundo, sea cual sea su estado psico-emocional, físico, cultural. Pero es importante entregarse a la enseñanza, a la acción por la acción, no teniendo miedo a que nuestro yo, lleno de cosas, desaparezca instante a instante. No hay victorias, no hay derrotas, no hay bien o mal en la ejecución, sino que es la falta de atención, de enfoque, de abandono, lo que supone lo erróneo de la práctica.
Es desde ese estado de concentración donde la realidad se nos manifiesta desnuda, y no está bien o mal, no existe el fracaso o la decepción, sólo existe el ahora, y en ese ahora Yo, soy el señor de mi energía y mis actos, no soy mi versión buena o mala, soy mi versión completa.
Por todo esto un buen budoka, un “maestro de la espada”, puede no ser un santo, ni un sabio de la vida, ni siquiera ser una persona sana o feliz… pero conoce la forma de estar presente, de cerrar sus aperturas cuando lo necesita, de sentir las de los demás y actuar en consecuencia dependiendo de la situación, percibir el flujo de las situaciones y procesos, poner límites y protegerlos, activar su centro en definitiva, y usar su energía a voluntad cuando es preciso.
“El ayuno mental de Chuang Tzu va naturalmente mucho más lejos que que el arte de la esgrima. Pues Chuang Tzu es conocedor, aunque no en el sentido ordinario de la cognición, de la vacuidad que alberga posibilidades infinitas, mientras el esgrimista puede que no tenga todavía suficiente experiencia de la fuente metafísica de las cosas. Es, sin embargo, posible, que quien haya profundizado lo bastante en los secretos de su arte, haya tocado también el fondo de la realidad. La diferencia entre el esgrimista y el maestro zen en cuanto a su discernimiento es ésta: el discernimiento del esgrimista está restringido a su arte especializado, mientras que el del maestro zen abarca la totalidad de la existencia a causa de su globalidad, de sus aptitudes y de su especial aprendizaje.”
D.T.Suzuki
El utilizar esta herramienta para mejorarse, buscando un camino de sanación, creo que es lo ideal, pero no dejará de ser una elección. El aprendizaje y entrenamiento (experiencia) diario, si permitimos que nos acompañe en todos los momentos de nuestra vida, nos cambiará, nos ayudará, pero debemos permitírselo, y aún así, en ese proceso de sanación, creo que son necesarios más elementos.
Enfoquemos nuestro entrenamiento en activar la atención, la presencia, y no nos quedemos sólo en un entrenamiento superficial, a modo de repetir y memorizar un catálogo de movimientos. Además, es la atención, la activación de la mente inamovible, la auténtica esencia del Budo. Más allá de cualquier técnica, es la que nos conducirá a la mayor efectividad del gesto y a convertirnos en el centro del proceso marcial.

Luis Mochón Corredor



miércoles, 6 de marzo de 2019

La práctica del guerrero

La práctica del guerrero, es una práctica espiritual. Utiliza el cuerpo para templar el espíritu, implicando su espíritu en cada movimiento, en cada relación, en cada técnica . La práctica diaria del guerrero es como una forja, donde se pliega, golpea, calienta y enfría una y otra vez el metal de su alma, y la práctica, no es otra que el vivir. En cada gesto está todo, por sencillo que sea, toda su luz y toda su sombra. Pule su alma y su cuerpo con cada acción, hasta convertirse en un auténtico guerrero, fuerte, sincero, libre, tenaz, voluntarioso, incansable, pasional, completo... El camino del auténtico guerrero no es otro que la paz, y ese camino dista mucho de ser pacífico .
Caminante de la vía, prepárate para exponer tu alma en cada gesto, en cada palabra, en cada respiración... El dojo es tu templo, pero la vida es tu campo de batalla, y la victoria no es otra que la verdadera paz.
L.

jueves, 28 de febrero de 2019

Ser budoka

Un budoka no es un luchador. Un budoka se define por una forma de vivir, de actuar, de mirar, de estar. La lucha no es su objetivo, el objetivo es vivir y respirar como un budoka en cada instante.
Si hay un conflicto, su objetivo, dentro del mismo, será no perder su condición de budoka. Encararlo, afrontarlo, resolverlo, incluso vencer.
Pero, vencer de verdad, de forma sostenible, sólo se hace de una forma, sin atacar, sin pelear.
El verdadero budoka quiere vencer sin tener que pelear, y ésa, es su lucha, dura, intensa, vital... Con sus miedos y debilidades, con sus pensamientos oscuros, con sus hábitos y esquemas heredados, con su rabia y su violencia.
Todos estos aliados, vienen disfrazados de enemigos para el que no se mira, para el que no se acepta, pero cuando aparece el conflicto, es aún peor, y la lucha, no es otra que identificarlos como aliados, como una energía pura e intensa que nos pertenece, nos conforma, nos completa.  Y sí, se puede vencer, y la victoria no es derrotar, aniquilar u ocultar, sino integrar, completar, mandar y utilizar estas energías, como un general dirige y manda a sus ejércitos en el campo de batalla.
Pero a veces, el budoka, fracasará, y se enfrentará, atacará y se perderá a sí mismo, y cuando esto ocurre, sabe que ya perdió, y sólo le queda una cosa que hacer, reconquistar su libertad, su totalidad, su paz y su frontera, volver a su castillo y recuperar su condición de budoka.
L.

Embukai de Luís Mochón sensei en el X aniversario de Ariga Sensei en España