miércoles, 8 de abril de 2020

Aikido: Budo



Para mí el aikido es Budo. Y digo esto porque lícitamente no todo el mundo tiene que considerarlo como tal. Lo que O sensei creó o descubrió es tan universal que puede ser utilizado, practicado desde muchos puntos de vista y todos sin salirse del Aikido.
La gran riqueza espiritual en la que se sostiene el Aikido, riqueza espiritual que nace primero como cualquier budo, en la cultura japonesa y en sus diferentes influencias(el confucionismo, taoísmo, zen y por supuesto Shintoismo), pero sobre todo en la maravillosa visión espiritual del fundador,  O sensei Morihei Ueshiba, que fue el que plasmó todo su sentir espiritual en la creación del Aikido.
Pero para mí, esa espiritualidad estaba también enmarcada por el espíritu del guerrero antiguo, por el espíritu marcial. O sensei llevó ese espíritu marcial a otro sitio, lo elevó a un lugar donde el Budo se convierte en armonía, amor, pero donde para mí, sigue siendo budo. En palabra de O sensei: "somos científicos del espíritu, pero tiene que haber resultados concretos"
La armonía, la unidad, el Amor, practicados desde un espíritu marcial son los que dan al Aikido su idiosincrasia particular. Practicar, aplicar principios espirituales conocidos por todos, que aparecen en las distintas corrientes espirituales, pero aplicados y practicados en mitad de un conflicto, es lo que define el estudio que realizamos como budokas aikidokas. El utilizar la "tempestad" para encontrar la calma, conocer el funcionamiento de un "huracán", sentirlo en nuestro interior, para saber, que es en el centro, donde estamos seguros y reina la calma... éste es el camino del guerrero espiritual.
Normalmente entrenamos el Aikido con un ritmo y una intensidad de estudio, de aprendizaje, de comprensión corporal y mental de una serie de principios y de movimientos que buscamos, que a  través de la repetición constante, vayan cayendo en nuestro interior, para que no haya que pensar o reflexionar sobre ellos en el momento necesario, sino que afloren desde el sentir, prácticamente sin intervención de nuestra pequeña mente, teniendo la sensación en algunos momentos de ser espectadores de la acción.
Pero el ritmo, la cadencia en el trabajo, según mi criterio debe venir acompañada también de una cierta intensidad. Cuando utilizo esta palabra lo hago muy consciente. Intenso no tiene por qué hablar de un trabajo rápido...o sí. Puede un atacante, hacer un ataque de ritmo medianamente tranquilo, pero transmitir una gran intensidad marcial con su presencia y su ki, lo que provocará un cierto colapso o conflicto en la acción del tori.
Debemos usar esta intensidad habitualmente, aunque se tarda años en conseguirla, o bien nunca se consigue. Hay que trabajar con una cadencia no sólo intensa sino también funcional. Lo que quiero decir con esto, es que debemos entrenar algunos tramos de nuestra práctica, y creo que el jiju waza ofrece esta posibilidad de forma más evidente, con unos ataques cuya función sea claramente alcanzar su objetivo con intesidad, velocidad, en definitiva un timing funcional para el atacante.Pero también un timing funcional para el tori, cuyo objetivo es la resolución de la acción de la forma más segura posible.
El aikido no practica el combate, por lo que todo el ataque se centra en una acción , pero aunque no estudiamos el combate, nuestro entrenamiento diario hace que el atacante después de este ataque, esté en disposición de repetirlo(sino es debilitado por tori) o en la mayoria de la ocasiones por la dinámica tradicional del aikido, su disposición físico-mental lo habilitará para  llevar a cabo los movimientos necesarios para caer de forma segura o mantener una posición y movimientos apropiados para recibir con seguridad la acción de tori.
Es en esta práctica de mayor intensidad y funcionalidad del atacante donde el aikido aflora como budo pero para mí donde aflora también su mayor valor espiritual. El Aikido se vuelve mucho más sencillo, preciso, directo, sin parafernalias innecesarias, todo tiene una clara función de inmediata plasmación. Mantener una mente serena, y un cuerpo ordenado. Una mente aquietada y presente atenta a todo lo que está viniendo del atacante para poder usarlo.
No sólo me estoy refiriendo a los movimientos evidentes, sino enfocando nuestra intención desde el momento previo a la acción para usar el MA Ai correcto (distancia y tiempo), poder sentir cada intención del atacante, para así ejecutar acciones simples y precisas de una funcionalidad máxima, que deriven en una acción marcial y espiritual propia del Aikido: sin daño, sin destrucción y sostenible en el tiempo.
Es la conexión provocada por un estado mental sereno y activo, aquietado y despierto....es la conexión provocada por un cuerpo erguido, relajado y ordenado, con movimientos naturales y simples, lo que permitirá encontrar el centro de huracán, que descubriremos que siempre estuvo dentro de nosotros. 
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario