martes, 5 de noviembre de 2024

Mente zen y esgrima

 “Yagyu Tajima no kami Munenori (1571-1646), uno de los más grandes maestros en la historia del arte de la esgrima, instruyó a Tokugawa lyemitsu

(1604-1651), el tercer Shogun del régimen Tokugawa. Tajima no kami estudió zen con Takuan (1573-1645) e incorporó mucho de la enseñanza zen a su tratado sobre esgrima. Dice que la mente que es no-mente es el último estado en el arte de la espada. El estado de «no-mente» (mushin) es lo mismo que «la mente cotidiana» (hei-jo-shin), y cuando esto se alcanza todo va bien. Al comienzo, en el manejo de la espada, uno naturalmente se esfuerza en hacerlo lo mejor posible, como en el aprendizaje de cualquier otro arte. La técnica se debe dominar. Pero tan pronto como la mente se fija en algo, por ejemplo si el discípulo desea hacerlo bien, mostrar su destreza, asombrar a los otros, o si está demasiado ansioso por dominar su arte, puede estar seguro de que cometerá más errores de los realmente necesarios.

¿Por qué? Porque su autoconciencia o ego-conciencia está presente de forma demasiado visible en todo el campo de su atención, lo que dificulta el libre desarrollo de cualquier destreza que haya adquirido o pueda adquirir. Debe liberarse de su yo impositivo, de su conciencia-ego y aplicarse a la acción como si nada de particular estuviera ocurriendo en ese momento. Cuando las cosas se realizan en un estado de «no-mente» (mushin) o «no-pensamiento» (munen), lo que significa ausencia de todas las formas de yo o conciencia-ego, el que actúa está perfectamente libre de inhibiciones y siente que nada interfiere su línea de conducta. Si está disparando, simplemente saca su arco, coloca la flecha, tensa la cuerda, fija su mirada en la diana y, cuando considera que el ajuste está hecho, suelta la flecha. No tiene sensación de hacer nada especificamente bueno o malo, importante o trivial; es como si oyera un sonido, da la vuelta y encuentra un pájaro en el patio. Ésta es la «mente de cada día› (heijo-shin). Se exhorta al esgrimista a mantenerse en este estado mental incluso cuando está comprometido en un combate a vida o muerte. Olvida la gravedad de la situación. No piensa que está en una situación de vida o muerte. La suya es una «mente inmutable› (fudo-shin). El fudo-shin es como la luna reflejada en la corriente. Las aguas están en movimiento todo el tiempo, pero la luna conserva su serenidad. La mente se mueve en respuesta a las diez mil situaciones pero permanece siempre idéntica a sí misma. El arte culmina aquí. Toda la estructura del intelecto se ha aquietado y ningún artificio encuentra lugar para manifestarse.”

D.T.Suzuki


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