domingo, 17 de octubre de 2010

Morihei Ueshiba.

-Mantén siempre tu mente
tan luminosa y clara como el vasto cielo,
el gran océano y el pico más alto,
vacía de todo pensamiento.
Mantén siempre tu cuerpo lleno de luz y calor.
Llénate a ti mismo con el poder
de la sabiduría y la iluminación .

-Tan pronto como te ocupas
del “bien” y el “mal” de tus semejantes,
creas una abertura en tu corazón
por la que entra la malicia.
Examinar, competir y criticar a otros
te debilita y te derrota .


Cualquiera que sea el momento, cualquiera que sea el ataque, yo estoy tranquilo. No tengo ninguna atadura a la vida, ni a la muerte. Confío plenamente en la Divinidad. No es solamente con el sable en la mano, sino que en cada instante que tenemos que cortar la atadura a la vida y a la muerte.

El MISOGI del gran AIKI debe ser alcanzado y realizado. Hay que ejercitar su alma alegremente. Ustedes que tienen corazón, por favor, escuchen la voz del AIKI. No se trata de corregir a los hombres, sino corregir su propio corazón, eso es el Aikido. Es la orden que le da el Aikido y tienen que llegar a dárselas a Ustedes mismos.

Yo no me mido con los hombres. Con quien entonces ?. Si es necesario responder yo me comparo con la divinidad. Es porque nos comparamos con los hombres, haciendo y diciendo cosas insignificantes, que nada va bien en este mundo. Los buenos y los malos forman una casa en este mundo armonioso. Es indispensable cortar todas las ataduras. No hay que hacerse un problema de conceptos relativos como el bien y el mal.


Puedo dar la espalda a mi adversario; cuando el adversario me ataca él se golpea por su propia voluntad al atacarme, yo soy UNO con el universo, nada soy. Cuando estoy allá, el adversario es aspirado. En el Aikido de Ueshiba, no hay ni tiempo ni espacio, solo existe el universo.


Aquellos de espíritu impuro, con el corazón habitado por la violencia, han perdido antes de comenzar.


La gente no conoce sus propias intenciones, consecuentemente no desenvaine sino en la ultima instancia.AIKI no es arte de la lucha con el enemigo; no es una técnica de destrucción del adversario, es la vía de la armonización del mundo que hace de la humanidad una sola casa.


Sepa que su escudo no es otro que su corazón cuando Usted penetra al medio de un bosque de lanzas

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