martes, 26 de junio de 2012

Morihei Ueshiba



"Acercándose ya sus últimos días y aquejado de una larga enfermedad, el maestro Ueshiba se hallaba tendido en una cama de hospital, vigilado continuamente por varios de sus más avanzados discípulos. De repente sintió la imperiosa necesidad de ir al dojo para practicar su amado Aikido. A pesar de la natural oposición de sus alumnos, no pudieron impedir  que este abandonara el lecho y se dirigiera a la escuela para continuar, como todos los días de su vida, el estudio del Budo. Atónitos sus discípulos le vieron aparecer a la puerta del dojo, ensimismado, con la mirada perdida y la mente lejana. Tan débil estaba que, como había sido costumbre desde meses atrás, algunos de los estudiantes se abalanzaron hacia él con el objeto de ayudarle a remontar un pequeño escalón que franqueaba la puerta del dojo. Cuál no sería su sorpresa cuando, a pesar de la enorme superioridad física de éstos y la ligereza de su maestro, no pudieron elevarlo un solo centímetro del suelo. Volviendo en sí y viendo la expresión de los que le rodeaban, dijo: "perdonad, ¡me habia olvidadode desatar el cielo de la tierra!"...En ese momento pudieron elevarlo como si de un niño se tratara.
La vida del maestro Ueshiba esta llena de tales ejemplos.Este hombre singular había alcanzado un insospechado nivel en la armonía con la energía universal.Sin embargo no sería justo decir que él poseía ningún dominio del Ki, sino que se había incluido a sí mismo en la corriente evolutiva y creativa del cosmos. Se sentía constantemente interpretado por la fuerza  y el poder del ritmo y del rito universal. "Yo no soy un hombre -decía- .Soy el Universo en persona. No soy yo quien controla mi energía. Estoy vacío y las fuerzas universales me atraviesan. Mi poder no me pertenece."

Extraido del libro "Ronin" de Carmelo H. Ríos. Editorial Obelisco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario